Y con la llegada del internet, en 1994, se inauguró el primer sitio de citas, Kiss. com; y un año después Match.com, am- bos antecesores en línea de las aplica- ciones que ahora dominan el mercado: Grindr, Tinder, Bumble y algunas otras. Según investigaciones recientes en EUA, el medio principal por el cual se conocieron las parejas desde el 2009 al 2017, fue en línea. El siguiente fue la escuela y el anterior fue conocerse por medio de amigos. Después de la pandemia, elementos como la distancia, que en otro tiempo habrían sido difíciles, adquirieron un valor distinto. Y el panorama de una búsqueda de pareja con la ayuda de la tecnología parecía prometer un futuro de eficiencia y de facilidad. Los algorit- mos, los motores de búsqueda y la in- troducción de procesos de inteligencia artificial eran todos elementos que qui- zá servirían para solidificar nuestra lle- gada a ese futuro.
Sin embargo, como varias investigacio- nes han señalado, los seres humanos revelamos siempre ser más complejos. Y lo que la temporada de la pandemia trajo también fue una fatiga con los ele- mentos altamente tecnológicos que nos rodeaban. Un componente impor- tante de personas dejaron de buscar en las aplicaciones de citas los encuentros prometidos, y más bien recurrieron a métodos, si se quiere, más tradiciona- les, más lentos, menos tecnológicos. El campo de las relaciones personales es quizá uno de los más complejos visto desde cualquier perspectiva, y cuando se mezcla el mercado de las citas con el po- tencial de la tecnología, estas complejida- des parecen aligerarse y al mismo tiempo potenciarse. No cabe duda que los seres humanos son, somos, impredecibles.
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