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do todo a su estilo personal. Al confir- mar su elección, el pedido se procesa instantáneamente y un dron entrega la prenda en minutos, sin una arruga, jus- to a tiempo para su reunión, como si de un conjuro se tratase. En su trayecto hacia la primera reunión presencial, el vehículo autónomo de Aria, más un compañero fiel que una máquina, sugiere una lista de compras necesarias para la semana, basada en análisis predictivos de sus hábitos de consumo y el inventario actual de todo su hogar. Ella revisa y ajusta el pedido con comandos de voz, y programa la entrega para que coincida con su regre- so a casa, en una sincronía perfecta que parece desafiar al mismo tiempo. Al llegar a su oficina, una sala de realidad aumentada personalizada la espera. Aquí, Aria participa en reuniones virtuales con colegas de diferentes partes del mundo, cada uno proyectado holográficamente en tiempo real, como fantasmas benévo- los que comparten sabiduría desde le- janos confines. Para el almuerzo, Aria decide pro- bar un nuevo restaurante. El menú, diseñado por un chef renombrado, se prepara automáticamente en un local cercano y está listo para cuando llega. Mientras come, el sistema de entre- tenimiento del restaurante le ofrece una experiencia inmersiva de viajes a destinos exóticos, como si pequeñas ventanas a otros mundos se abrieran ante ella con cada bocado. A lo largo del día, Aria interactúa con varios sistemas de IA que no solo aprenden y adaptan sus respuestas y sugerencias, sino que parecen dan- zar con ella en un baile de crecimien- to mutuo y constante mejora. Estos sistemas, guardianes de su intimidad y arquitectos de su bienestar, utilizan la tecnología blockchain para proteger sus datos personales como preciados tesoros.

Al regresar a casa, Aria recibe sus pedidos de la mañana, incluyendo una nueva obra de arte digital para su colección, recomendada por su asesor virtual de arte, basado en sus gustos anteriores. La obra se proyec- ta en una pared interactiva de su sala, donde puede cambiar de arte según su estado de ánimo, como quien cambia de sueños sin despertar. El día de Aria concluye con una medi- tación guiada en su jardín inteligen- te, un espacio que ajusta su ambi- ente para reflejar la puesta de sol en tiempo real de cualquier lugar del mundo que elija, o bien basándose en sus viajes y su feed de instagram, ofreciendo un espectáculo que fusio- na tecnología y magia en un crepús- culo eterno. La meditación se adecúa exactamente a sus necesidades emocionales y a los niveles de todos sus neurotransmisores, sugiriendo al mismo tiempo alguna mezcla de suplementos alimenticios, así como la cena más adecuada para ese día. Este es un vistazo al potencial del fu- turo del consumo, un mundo donde cada interacción es una oportunidad para mejorar la calidad de vida, impul- sada por una integración sin prece- dentes de tecnología, personalización y cuidado humano. Un futuro donde la tecnología no solo sirve, sino que también inspira y eleva, como las his- torias tejidas por los antiguos narra- dores bajo cielos estrellados. Y así, mientras la última luz del día se fundía con las estrellas, Aria comprendió que el futuro no era un destino a temer, sino una promesa escrita en el tiempo, invitándonos a despertar cada mañana con la certeza de que el mundo que soña- mos está ya, de algún modo, comenzan-

do a respirar bajo nuestros pies. Nos leemos el próximo mes. DRPN

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