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rando los Reportes de Sustentabilidad y se siguen los criterios ASG, principal- mente a solicitud del sistema financiero y bursátil, aunque también por iniciati- va propia. Algunas de estas empresas son filiales o representaciones de em- presas multinacionales, por lo que re- portar la sustentabilidad les viene de forma más natural. Unos 8.7 millones de empleados de estas empresas grandes, que equiva- len a 32% del total de personas ocupa- das en México en 2018, tal vez conocen del impacto social y ambiental de sus empresas y la necesidad de reportarlo. Esta cantidad es insuficiente, incapaz de crear una conciencia nacional so- bre la sostenibilidad y menos de gene- rar un movimiento de cambio. Hay que reconocer que vivimos el espejismo de que “todo mundo” conoce y busca la sostenibilidad. Esta burbuja, como mu- chas otras, tiene que reventarse. El siguiente paso es buscar ideas para verdaderamente irradiar esta cul- tura hacia las pequeñas y medianas empresas, otras 234 247 unidades económicas más, y otro tercio de la población ocupada del país. Aquí ci- tamos algunas posibles estrategias que, como adelantaba, son entera- mente dependientes de una comuni- cación corporativa proactiva y eficaz: 1. La difusión entre proveedores. Como bien conocen las empresas que hacen negocio con las grandes trasnacionales, cada vez es más frecuente la solicitud de reportar efectos ambientales y sociales, por ejemplo, el cumplimiento de la NOM 35. Esto como requisito para ser su so- cio de negocios. Lo que haría falta es una mejor comunicación de los “cómo y porqués” de esta solicitud, a través de medios diferentes a un trámite adminis- trativo, como programas de incentivos y capacitaciones a distancia. 2. La difusión social. En conjunto con su gremio o de forma individual, hay que divulgar socialmente el papel protagóni- co que las empresas tienen, no sólo en la

creación de empleos y de riqueza, sino en la difusión de ideas como equidad, no discriminación, y actos como la filan- tropía y los planes de manejo ambiental. Les haría bien a las empresas grandes empezar a hablar de su impacto posi- tivo, tanto para irradiar su efecto a las Pymes, como para fines de reputación que tanto hacen falta en México. 3. Certámenes y premios. No hay como los estímulos. Premiar a las em- presas pequeñas y medianas con me- jores cumplimientos, de acuerdo con los estándares internacionales, es una figura con muchas variables atractivas. Instituciones financieras, la banca de desarrollo nacional y multilateral, ONG globales y otros por el estilo podrían fi- nanciar estos eventos, pues deberán or- ganizarse a gran escala y ser sumamente departamentalizados, por regiones e in- dustrias. Estamos hablando de un públi- co objetivo de 237 000 empresas. 4. Educación y capacitación. Sabemos que hay instituciones educativas, espe- cialmente las enfocadas en alta direc- ción, que se han echado a cuestas la la- bor de difundir el propósito social de la empresa. El financiamiento de mayores esfuerzos educativos a través del patro- cinio de cátedras es otras posibilidad para las empresas. Igualmente, la orga- nización de cursos, seminarios y otros mecanismos, por medio de las cámaras empresariales y asociaciones. Cerrar la brecha de la sostenibilidad debe ser una prioridad para los próxi- mos años, y es una tarea de intensa co- municación interna y externa. Por ello, las áreas de Comunicación Corpora- tiva de las empresas más grandes de- ben tomar el liderazgo en este esfuerzo. Difundir, persuadir sobre un cambio de cultura, no cabe duda de que la comu- nicación interna y externa son sólo dos caras de la misma moneda. Tiene que haber muchísima comunicación, sin ella, la sostenibilidad social y ambiental se- guirá siendo palabras al viento.

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